Soy mamá.
Soy mamá migrante.
Era agosto del 2020 y hacia mucho calor.
Ese signo + me plantó una sonrisa en mi cara a las 6 de la mañana.
El cuerpo se me llenó de vida.
Literal y metafóricamente.
A 10430,09 km de casa… (si siempre será mi casa, también).
¡Ey! Estaba FELÍZ (no sabía mucho del lado B, todavía).
Catorce meses y veinticuatro días después de haber dado a luz, otro positivo irrumpe en mi vida.
Esta vez, si sabía del lado B.
Esta vez si pesaban los 10430,09km de casa.
Mi hijo mayor me enseñó de sensibilidad, de intuición, de escucha y observación (y me sigue enseñando).
Mi hijo menor me enseñó sobre valentía, sobre lo poderosa, mágica que puedo ser (Y me sigue enseñando).
Y los dos juntos me enseñaron que que soy HUMANA, que yo tengo que ir primero.
Que no necesito poder con TODO o ser una SUPERHEROÍNA.
Me enseñaron la importancia de cuidarme yo también.
Que si no me cuido yo, nada puedo hacer (ni por ellos, ni por mi, ni por nadie).
Ese fue el punto en el que decidí compartir lo que me hace sentir bien, plena, en calma (dentro del caos de la maternidad).
Ahí fue cuando quise compartirles a otras madres, lo que a mi me salvó.
Literal y metafóricamente.
Conectar con mi cuerpo desde el amor y autocuidado.
Cuidar mi cabeza, mi mente, mis emociones y toda mi energía.
Hace que mi vida sea más feliz.
Soy consciente de lo que me hace bien y de lo que no.
Estoy en calma (y aprendo a estarlo cuando la tensión rebalsa).
Se que está bien, no estar bien.
Sigo aprendiendo a SER.
Y quizás te parezca una tontería. Tampoco te pido que me creas…
Pero la clave es la respiración.
Si, TU respiración.
Y justamente de eso va este espacio.
De tomarte un respiro para SER.
Para DISFRUTAR de esta vida.
¿Si no a qué hemos venido?
Comparto clases, encuentros, talleres de hipopresivos (mas abajo tienes info sobre esto), meditación, reiki, oráculos, y algunas cositas más.
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